¿Acaso los asesinos comunes son tolerados por los regímenes cifrados en el exterminio? De ningún modo. Y con la siguiente lógica. Lo que sus jerarcas en grande consideran una proeza en pequeño les resulta monstruoso y sus autores deben ser castigados. Aun así, el Almirante Emilio Eduardo Massera y sus muchachos de la Esma supieron incurrir en tales deslices en al menos dos casos. El de la diplomática Elena Holmerg una colaboradora de la dictadura eliminada por un amor imposible y el de Fernando Branca quién fuera esposo de la amante del mencionado cabecilla naval. He aquí sus historias.